viernes, 22 de mayo de 2015

Cuando te conocí me olvidé de los demás. Eras un loco, bohemio sin documentos. Socio de la soledad, eras la mitad del amor. Sexy y barrigón, te robaste mi corazón. Por mirarte un segundo (que me cambió la vida) conocí la verdadera libertad.
La distancia me arde. Tu amor es una dulce condena. Mi corazón eclipsado por las heridas de tu adiós, recuerda aquellos besos sin saber qué decir más que no se puede vivir del amor, o si?. Ardo de orgullo y de miedo, y aunque para los demás aquí no podamos hacerlo, dame 7 segundos, y mano a mano te mostraré que somos, todavía una canción de amor.
Brindo (con mi gintonic) por las oportunidades; por los corazones en venta; por el ascensor, los barcos y los crímenes perfectos. Por los ritmos tristes y el amor traicionero. Brindo por las gaviotas, la paloma y el salmón.
Desconfío de los mareados, de los proverbios chinos, del clonazepán y el circo. De las guerras, el fuego y los aviones. Y de vos, canalla.
Sos mi quebranto, mi rumbo errado. Sos el compositor que no se detiene. Sos la revolución (turra), sos lo que no existe más; y por eso lo que nunca se olvida.
Sos el pálido reflejo en las aguas peligrosas. Sos las heridas y la libertad. Sip. Las dos cosas. Sos una deuda del corazón.

 Hoy, 10 años después, palabras más, palabras menos: Te extraño...